Si les preguntara a nuestros padres, no recordarían el momento en el que la educación pasó de un punto de vista totalmente individualista, con el único objetivo de aprobar los exámenes estudiando los libros, a el trabajo en equipo de un 80% de asignaturas, porque los cambios rara vez entienden de puntos medios.
Las personas que han pasado por un grado en los últimos 9 años, desde que se implantó el Plan Bolonia, han tenido que hacer frente a trabajos en grupo, con compañeros tanto escogidos como no. ¿Es eso lo que nos prepara para las relaciones que tendremos en el mundo laboral? ¿Es la forma en la que se ha de inculcar que el trabajo en equipo es necesario en los ambientes profesionales?
Del individualismo en el ámbito personal al team play laboral
El individualismo ha ido ganando terreno al trabajo en equipo. En la antigüedad, la humanidad fue capaz de crear grupos organizados que se dividían las tareas (como cazar, proteger, cuidar, cocinar, rezar) para conseguir la supervivencia ante un ecosistema que era claramente superior a ellos. En cuanto dejamos que los individuos con capacidades de innovación (o quizá, simplemente, con más capacidades para pensar más allá) tuvieran tiempo fuera de actividades más físicas, surgieron las mejoras que permitieron a las personas mejorar sus condiciones: la rueda, el manejo de metales, etc.
De nuevo, la aplicación de las tecnologías Big Data ha venido a aclararnos por qué las generaciones actuales (todas, no solo las generaciones X y Millenial) se han vuelto cada vez más individualistas: el artículo Estructura Social, Enfermedades Infecciosas, Desastres, secularismo y cultura del cambio en América (Igor Grossmann and Michael E. W. Varnum, 2015) viene a resumir, con un macro estudio de datos desde hace 150 años, cómo ha evolucionado la preeminencia del individualismo en todos los estratos que afectan a un individuo (educación, marketing, cultura, etc,).
El artículo concluye que diversos factores indican que somos mucho más individualistas y que también las estrategias de las empresas buscan que lo seamos. También otra de las causas del individualismo es el auge de profesiones liberales: «El mayor o menor individualismo de una sociedad lo impregna todo: desde el marketing para diseñar una campaña electoral hasta la educación. Condiciona las cosas que compramos, los mensajes de nuestros políticos, la forma en que educamos a nuestros hijos, a los que motivamos bien para acrecentar su sentimiento de unión a la familia o al grupo, bien para que sean especiales o diferentes del resto», explica Grossman.
¿Nos ahogamos en el yo, dejando de lado la ayuda colectiva?
¿Es esto preocupante? Afortunadamente, este auge del individualismo refuerza, sin querer, el último reducto donde el trabajo en equipo sobrevive con mayor intensidad. ¿Dónde se produce esto? En el ámbito laboral: la excesiva especialización de los profesionales hace que sean capaces, como expertos, de realizar tareas concretas, pero menos competentes a la hora de completar tareas que requieren perfiles más transversales. Además, la automatización de procesos que sustituyen al ser humano, hace también que el trabajo en equipo incluya también a los resultados de las máquinas que nos ayudan a afinar resultados y ganar, sobre todo, tiempo. Por ello, el trabajo en equipo se hace imprescindible y deseable en las organizaciones.
Desde el punto de vista de los Recursos Humanos (RRHH), esto es innegable. La pregunta sobre las capacidades de trabajo en equipo, o el conocimiento de las nuevas metodologías que permiten organizar los pasos del equipo con rigurosidad (como las metodologías ágiles) es imprescindible para nosotros en las entrevistas. Y cada vez más técnicos de RRHH, realizan no sólo preguntas, sino dinámicas de trabajo en equipo para ver las capacidades en este campo de los candidatos.
¿En que se puede traducir esto? En este sentido, volvemos a la niñez con retos que se asemejan a los que conocíamos en los campamentos: tenemos a 4 personas subidas en un globo aerostático (un médico, un político, un profesor, una madre de 5 hijos y un basurero), el globo va a chocar contra una montaña y hay que tirar a uno, ¿quién decidís que es prescindible? El técnico de RRHH ha de repartir los papeles entre los presentes, de tal forma que personalicen su rol. Y durante la simulación de la discusión, se verán características de liderazgo, sumisión, incendiarios, creativos, individualistas o pacifistas, que pueden ser claves dentro de un equipo, o que se necesitan para determinados puestos de trabajo.
En Bosonit, estas cualidades de trabajo en equipo no sólo son necesarias de cara a los proyectos, sino que la organización interna, más horizontal, fomenta la ayuda entre compañeros, las preguntas entre departamentos y un ambiente que facilita la colaboración.
Y de ello nos sentimos muy orgullosos: no sólo la necesidad de trabajar en equipos de trabajo genera un ambiente en el que la cooperación es necesaria, sino que retos del día a día, personales o no, hacen que esta organización sea un team play constante, agradable y deseable. Y tú, ¿qué dirías si la técnico de recursos humanos y el jefe de compras te plantea la siguiente situación? Compañeros, compañeras, tenemos 30 botellas de champán que comprar el jueves y tienen que estar frías para el viernes. No tenemos frigorífico, ni caben en casas separadas, y lo mejor sería que estuvieran en la oficina…. Que comience la lluvia de ideas.